Stories of Kindness from Around the World

Mamá Inés [a fondly way to call Ms. Inés, in Mexico Mamá=Mom] was a humble woman with little "formal education". She suffered the very rare Addison’s Disease, which attacks at a rate of one per hundred thousand inhabitants. People suffer from constant fatigue, stomach problems and nausea. Their skin begins to tarnish, they get very dark and sometimes have black spots. Patients become very irritable and suffer from sudden changes in mood.

During the time I met her, I could not perceive any of these symptoms. She was restless, always serving and giving something needed when she had it, if not, she found it and give it away. She was continuously giving herself away to the community.

She was the adoptive mother of a dear friend of mine. Mama Ines never married nor had children of her own, although she was the best mother of the children she took. I think, Mama Ines did not take more because someone stopped her. Her compassion, in the best sense of the word, had no limits.

She worked as nurse assistant in a very poor hospital in Mexico City, which was intended for those who were not even covered by the social medicine. When my dear friend was a baby, she was left for a little while under Mama Ines’ care by somebody, which never came back to pick up the baby. Mama Ines legalized my friend as her legitimate daughter notwithstanding the legal consequences or otherwise she could have, she simply saw there a tiny unprotected baby and she gave her all the love she had.

Some time later someone abandoned a child who suffered from a slight mental retardation. Mama Ines thought the boy needed more the protection of a mother than the shelter a public orphanage could provide. Without further considerations she legalized the child and gave him all the affection every boy needs, managed to make him a good and self-sufficient man. Her second son married a lovely woman and raised three children. One of them is a renowned chef.

Mama Ines later learned about a girl abandoned in the hospital because of her severe mental retardation and she thought: "if I have been able to work in order to raise two children, what would mean to raise a third one?", and she adopted the girl and so provided her new daughter with love like she only knew.

When these unconditional adoptions began, Mama Ines was living with her mother, whom she supported and obeyed. It seems that her mother was a very strict and demanding woman, but it did not influenced the kind character of Mama Ines.

She was an angel on Earth also for all patients who had the fortune to be attended by her. I remember when her mother died, her grief did not hamper her to be worried for a couple of old ladies who had completed their treatment in hospital, but were so poor that they did not have enough money for the passage back to their distant village. Mama Ines brought them home for a while until she could provide them the money so they could leave. That very day, in her pain and as crowds came to offer their condolences, she was worried because the ladies have not eaten yet and sent her children to feed them.

What made her to always have something to give? I think giving herself.

The day a met Mama Ines for the first time, my friend, who inherited the virtues of her adoptive mother told me:

Unforgettable was that day indeed. We accompanied her to the market quite near to her home. In every place she wanted to buy something, they called her Mama Ines:

When we left, she had a big basket full of food, but she was not allowed to pay a single penny for it. The cups of gratitude of Mama Ines' neighbors were overflown. They were expressing their appreciation when she have injected or bandaged an ill/injured child; or borrowed some money, sutured a wound or cleaned some scratch ... She had devoted her life to heal the wounds of the body and the soul with the balm of her commitment and, always, the Divine Providence helped her mission.

Some of us who had the fortune to meet her, Mama Ines left us not forsaken but with the great heritage of her wonderful oldest daughter, my dearest friend who has continued her ministry of love. What a legacy. Mama Ines was another Angel flying and walking on the Earth whose wings of compassion and firm steps of service will guide us for many generations to come.

[I've posted this story on behalf of a family member, below is the original version in Spanish]

Otro ángel en la Tierra: la enfermera que adoptó nuestros corazones, Mamá Inés.

[Estoy publicando esta historia de parte de un miembro de la familia]

Mamá Inés era una mujer humilde y de escasa educación escolar. Padecía una enfermedad muy rara, el Mal de Addison. Es un padecimiento que ataca en una proporción de uno por cada cien mil habitantes. Las personas sufren de constante fatiga, problemas estomacales y náusea. Su piel empieza a pigmentarse, se ponen muy morenas y a veces tienen manchas negras. Otro síntoma es que los pacientes se vuelven muy irritables y sufren de cambios en el estado de ánimo repentinos.

Cuando la conocí no pude percibir ninguno de esos síntomas. Era una mujer incansable, ocupada en servir y en dar, lo que tenía y lo que no lo conseguía, se daba a sí misma.

Era la mamá adoptiva de una amiga muy querida. Nunca se casó ni tuvo hijos propios, aunque fue la mejor madre que pudieron tener los que adoptó. Creo que no fueron más porque alguien la detuvo. Su compasión, en el mejor sentido de la palabra no conoció límites.

Se desempeñaba como auxiliar de enfermería en un hospital muy pobre de la ciudad de México, era para los que no tenían ni siquiera el recurso de la medicina social.

Una conocida del barrio donde vivía le encargó por un ratito a mi querida amiga cuando bebé y jamás la fue a recoger. Mamá Inés la registró como su hija sin pensar si podría tener consecuencias legales o de otro tipo; simplemente vio a una pequeña desprotegida y le dio todo su cariño.

Después abandonaron a un niño que padecía de un ligero retraso mental. A Mamá Inés le pareció que el niño necesitaba más la ternura y protección de una madre que lo que un orfanato del gobierno le podría proporcionar. Sin más lo llevó a registrar y le proporcionó el cobijo y el afecto que todo niño requiere, logró hacer de él un hombre de bien y productivo, ahora su hijo es autosuficiente, se casó con una buena mujer y crió a sus tres hijos. Uno de ellos es un renombrado Chef.

Más adelante Mamá Inés se enteró de otra niña abandonada en el hospital por padecer de retraso mental severo, que tanto es tantito pensó, así que registró a la tercera hija para darle lo único que tenía y sabía dar, amor incondicional.

Cuando esta historia de las adopciones incondicionales comenzó, Mamá Inés vivía sola con su madre a la cual también mantenía y obedecía. Parece que era una mujer muy severa y demandante, lo cual nunca influyó en el bondadoso carácter de Mamá Inés.

Fue un Ángel en la Tierra también para todos los pacientes que tuvieron la fortuna de que los atendiera. Recuerdo que cuando murió su madre, por encima de su pena estaba preocupada por un par de ancianitos que habían terminado su tratamiento en el hospital, pero eran tan pobres que no tenían para el pasaje de regreso a su ranchería.

También los hospedó en su casa y los alimentó mientras les conseguía el dinero para que pudieran regresar. En medio de su dolor estaba preocupada porque alguno de sus hijos los fuera a alimentar mientras una multitud acudía a darle el pésame.

¿Cómo le hacía para tener siempre algo que dar? Yo creo que dándose ella misma.

En alguna ocasión mi amiga, quien heredó las virtudes de su madre me dijo:

Inolvidable fue la experiencia de acompañarla a la "compra" en el mercado de su barrio. De cada puesto la llamaban:

La "compra" llenó un canasto grande y no representó ningún desembolso. Todos sus vecinos se sentían más que agradecidos y no sabían de qué otra forma más demostrarle su aprecio, que ella les hubiese inyectado a un hijo, vendado a algún accidentado, prestado algún dinerito, suturado alguna herida, limpiado algún raspón... Ella había consagrado su vida a sanar las heridas del cuerpo y del alma con el bálsamo de su entrega y la Divina Providencia siempre proveyó.

A los que tuvimos la fortuna de conocerla, Mamá Inés no nos desamparó, nos dejó de herencia a su maravillosa hija mayor, mi amiga del alma quien ha continuado su ministerio de amor. Qué legado. Mamá Inés fue otro ángel que voló y caminó en la Tierra cuyas alas de misericordia y firmes pasos de servicio nos guiarán a muchas generaciones por venir.